Carta a los 3 obispos involucrados en el séptimo centenario de la canonización de Santo Tomás de Aquino

A LOS QUERIDOS HERMANOS

MONS. MARIANO CROCIATA

VESCOVO DI LATINA-TERRACINA-SEZZE-PRIVERNO

MONS.GERARDO ANTONAZZO

VESCOVO DI SORA-CASSINO-AQUINO-PONTECORVO

MONS. AMBROGIO SPREAFICO

VESCOVO DI FROSINONE-VEROLI-FERENTINO-E ANAGNI-ALATRI

 

El feliz aniversario del 700 aniversario de la canonización de Santo Tomás de Aquino, es la ocasión propicia para dirigir mi cordial saludo a Vosotros, queridos hermanos, que con caridad pastoral guiáis a estas Comunidades eclesiales, que han recibido el don de su herencia humana, sacerdotal y intelectual. A quienes tomarán parte en los actos jubilares deseo transmitir mi cercanía espiritual junto con el auspicioso pensamiento.

Conmemorar este acontecimiento setecientos años después, en los lugares de origen del Santo, significa por un lado reconocer la acción eficaz del Espíritu, que guía a la Iglesia en la historia y, por otro, la respuesta generosa del hombre, que experimenta cómo los talentos naturales de que está dotado y que cultiva no sólo no son mortificados por la gracia, sino vitalizados y perfeccionados. En la persona humana, observaba el Doctor angélico, la gracia divina no destruye la naturaleza sino que la completa en potencia: «gratia non tollit naturam, sed perfecit” (SEh I, q. 1, a. 8, ad 2).

Acompañado de la conciencia constante de que las verdades de la fe, a partir de la Uni-Trinidad de Dios y de la divinidad y humanidad de Cristo, no "descansan" sólo en el intelecto sino que fundamentan la existencia cotidiana y el compromiso concreto de todo creyente en en la Iglesia y en la sociedad, Tomás como buen dominico se dedicó generosamente a la evangelización entregándose sin reservas a través de la oración, el estudio serio y apasionado, la impresionante

producción teológica y cultural, la predicación, la respuesta a los pedidos que le hacía su Orden, por las Autoridades Eclesiásticas y del mundo civilizado, por sus propios conocidos y amigos.

Precisamente por eso, el Doctor communis es un "recurso", un bien precioso para la Iglesia de hoy y de mañana. Como pude afirmar, era «un hombre apasionado por la Verdad y esto lo motivó a buscar continuamente el rostro de Dios” (Audiencia en la Pontificia Academia Santo Tomás de Aquino, 22.09.2022); por eso nos apoyamos en su sabiduría y en su testimonio confirmado por su enseñanza en nuestro ser pueblo 'peregrino' de Dios". La del "camino" es la imagen que para él más "ilumina la comprensión del misterio de Cristo como camino que lleva al Padre” (STh III, Prol.).

Mi predecesor San Pablo VI, peregrino en tierra de Tomás, lo llamó "Luminar de la Iglesia y del mundo entero" (Lumen ecclesiae, n. 1), invitando a todos a una "fidelidad verdadera y fecunda”, por tanto dinámica, hacia él : no sólo “contentarse con imitarlo, caminando como en un camino paralelo» sino «penetrarnos incesantemente en la verdad a la que quiso servir, y, en la medida de lo posible, [...] poner de relieve su capacidad para acoger los descubrimientos que, con el avance de los tiempos, el ingenio humano sabe realizar» (ib., n. 29).

Honrar a fondo esta "fuente siempre viva" es una cuestión de mente, corazón y manos. De hecho, necesitamos centrarnos en el estudio de la Obra de Santo Tomás en su contexto histórico y cultural y, al mismo tiempo, atesorarlo para responder a los desafíos culturales de hoy.

Por tanto, a Vosotros que, como diócesis "aquinati", mantenéis viva su memoria en esta franja de tierra bendecida y caracterizada por un patrimonio histórico, eclesial y civil único, os confío principalmente dos tareas: la construcción paciente y sinodal de la comunidad, la apertura a "toda la verdad" (Gv 16,13).

La verdadera sinodalidad - conviene recordar - es crecer juntos en Cristo como miembros vivos y activos del Cuerpo eclesial, íntimamente unidos y conectados entre sí. Una Iglesia cuya dimensión comunitaria se nutra y se manifieste en la vida sacramental y en la liturgia, en la espiritualidad, en el dinamismo cultural e intelectual, en el testimonio creíble, en la caridad y en la atención a los pobres y vulnerables.

Por otra parte, en cuanto a la apertura a la verdad, San Juan Pablo II afirmaba en la Fides et ratio: «Santo Tomás amó de una manera desinteresada la verdad” y “puede definirse como un 'apóstol de la verdad'” (n. 44): hoy, con su espíritu de apertura y universalidad, es fuente de inspiración y maestro ejemplar en su atención a la realidad en sus múltiples tamaño.

También hay que subrayar que su formidable legado es ante todo la santidad, caracterizada por una particular especulación que, sin embargo, no ha renunciado al desafío de ser suscitada y medida por la experiencia, incluso por problemas inéditos y por las paradojas de la Historia, una dramática y a la vez lugar magnífico, para ver en él las huellas y la dirección hacia el Reino venidero. ¡Así que vamos a su escuela!

Queridos hermanos, confío a Vosotros la misión de saber encontrar los lenguajes y los instrumentos adecuados para que el pensamiento de Santo Tomás llegue a todos. Mientras os preparáis a reevocar las etapas fundamentales de la vida del Doctor Angélico, invoco la intercesión de la Virgen María, bendigo de buen grado a cada uno y os pido, por favor, que sigáis recendo por mí.

Roma, desde San Giovanni in Laterano, 19 de junio de 2023